Solo el Creador, en su infinita sabiduría, pudo premiar nuestro diario vivir, brindándonos la oportunidad de compartir nuestra existencia, con un ser tan maravilloso como la mujer.

Ser extraordinario gestor de vida, lleno de ternura, amor y compresión. Sí como seres dominantes, los machos alfa, pudieran tener en su sabiduría un segundo de análisis y reflexión, en ese momento sublimé, lograrían comprender y descubrir que no existe mayor felicidad y éxtasis en la vida, que el poder compartir por un instante, con una bella mujer, y con toda seguridad dedicarían su existencia a protegerlas, amarlas y a cuidar de ellas.