
La Bienal Internacional de Arte y Ciudad BOG25 cerró después de 51 días de creación, comunidad y movimiento cultural. Este ciclo dejó una huella profunda en Bogotá: activó el espacio público, impulsó la economía creativa, fortaleció la participación ciudadana y permitió que miles de voces encontraran un lugar en el relato urbano.
Este cierre no representa un punto final. Es más bien una pausa respirada después de una experiencia colectiva que renovó miradas y activó la sensibilidad ciudadana. La Bienal demostró que la cultura sigue siendo un motor capaz de unir territorios diversos, estimular la participación comunitaria y fortalecer el tejido social. Reveló que la ciudad necesita y quiere espacios que la conecten consigo misma.
Por eso, esta nota editorial abre una puerta hacia la poesía. La Bienal mostró que Bogotá vibra cuando sus calles hablan y sus habitantes se reconocen en imágenes, palabras y gestos. La poesía entra aquí como una forma de seguir respirando el espíritu de la Bienal: libre, abierta, humana.
Introducción a la poesía:
En la ciudad que camina sobre sí misma,
cada muro guarda una historia pendiente.
BOG25 nos recordó que el arte es un puente:
une orillas, siembra preguntas,
y en medio del ruido cotidiano
abre un espacio para escuchar lo que somos.
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